"El pueblo lo felicita
por la mujer que se lleva.
Es dadivosa, es bonita,
diligente y casi nueva.
Tiene un lunar en el pecho,
barbas en la pantorrilla.
Y verá usted, satisfecho,
que ya no tiene cosquillas.
Le huelen mal los sobacos,
si seguido no se baña.
Al fin de los arrumacos
gime, muerde, grita, araña ..."
---------------------------
"¿Qué favor le debo al sol
por haberme calentado,
si de chico fuí a la escuela,
si de grande fuí soldado,
si de casado cabrón
y de muerto condenado?
¿Qué favor le debo al sol
por haberme calentado?..."
--------------------------
TESTAMENTO
por la mujer que se lleva.
Es dadivosa, es bonita,
diligente y casi nueva.
Tiene un lunar en el pecho,
barbas en la pantorrilla.
Y verá usted, satisfecho,
que ya no tiene cosquillas.
Le huelen mal los sobacos,
si seguido no se baña.
Al fin de los arrumacos
gime, muerde, grita, araña ..."
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"¿Qué favor le debo al sol
por haberme calentado,
si de chico fuí a la escuela,
si de grande fuí soldado,
si de casado cabrón
y de muerto condenado?
¿Qué favor le debo al sol
por haberme calentado?..."
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TESTAMENTO
"Lego a la humanidad todo el caudal de mi amargura.
Para los ricos, sedientos de oro, dejo la mierda de mi vida.
Para los pobres, por cobardes, mi desprecio, porque no se alzan y lo toman todo en un arranque de suprema justicia. ¡Miserables esclavos de una iglesia que predica resignación y de un gobierno que les pide sumisión, sin darles nada en cambio!
No creí en nadie. No respeté a nadie. ¿Por qué? Porque nadie creyó en mí, porque nadie me respetó. Solamente los tontos o los enamorados se entregan sin condición.
¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!
¡Qué farsa más ridícula! A la Libertad la asesinan todos los que ejercen algún mando; la Igualdad la destruyen con el dinero, y la Fraternidad muere en manos de nuestro despiadado egoísmo.
Esclavo miserable, si todavía alientas alguna esperanza, no te pares a escuchar la voz de los apóstoles: su ideal es subir y permanecer en lo alto, aun aplastando tu cabeza.
Si Jesús no quiso renunciar a ser Dios, ¿qué puedes esperar de los hombres?...
¡Humanidad te conozco; he sido una de tus víctimas!
De niño, me robaste la escuela para que mis hermanos tuvieran profesión; de joven me quitaste el amor, y en la edad madura, la fe y la confianza en mi mismo. ¡Hasta de mi nombre me despojaste para convertirlo en un apodo estrafalario y mezquino: Hilo Lacre!
Dije mis palabras, y otros las hicieron correr por suyas; hice algún bien, y otros recibieron el premio.
No pocas veces sufrí castigos por delitos ajenos.
Tuve amigos que me buscaron en sus días de hambre, y me desconocieron en sus horas de abundancia.
Cercáronme las gentes, como a un payaso, para que las hiciera reír con el relato de mis aventuras, ¡pero nunca enjugaron una sola de mis lágrimas!
Humanidad, yo te robé unas monedas, hice burla de ti, y mis vicios te escarnecieron. No me arrepiento, y al morir, quisiera tener fuerzas para escupirte en la faz todo mi desprecio.
Fuí Pito Pérez: ¡Una sombra que pasó sin comer, de cárcel en cárcel! Hilo Lacre: ¡Un dolor hecho alegría de campanas!
Fuí un borracho: ¡nadie! Una verdad en pie: ¡que locura! Y caminando en la otra acera, en frente de mí, paseó la Honestidad su decoro y la Cordura su prudencia. El pleito ha sido desigual, lo comprendo; pero del coraje de los humildes surgirá un día el terremoto, y entonces, no quedará piedra sobre piedra.
¡Humanidad, pronto cobraré lo que me debes!...
Libro: La vida inútil de Pito Pérez
Autor: José Rubén Romero
Para los ricos, sedientos de oro, dejo la mierda de mi vida.
Para los pobres, por cobardes, mi desprecio, porque no se alzan y lo toman todo en un arranque de suprema justicia. ¡Miserables esclavos de una iglesia que predica resignación y de un gobierno que les pide sumisión, sin darles nada en cambio!
No creí en nadie. No respeté a nadie. ¿Por qué? Porque nadie creyó en mí, porque nadie me respetó. Solamente los tontos o los enamorados se entregan sin condición.
¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!
¡Qué farsa más ridícula! A la Libertad la asesinan todos los que ejercen algún mando; la Igualdad la destruyen con el dinero, y la Fraternidad muere en manos de nuestro despiadado egoísmo.
Esclavo miserable, si todavía alientas alguna esperanza, no te pares a escuchar la voz de los apóstoles: su ideal es subir y permanecer en lo alto, aun aplastando tu cabeza.
Si Jesús no quiso renunciar a ser Dios, ¿qué puedes esperar de los hombres?...
¡Humanidad te conozco; he sido una de tus víctimas!
De niño, me robaste la escuela para que mis hermanos tuvieran profesión; de joven me quitaste el amor, y en la edad madura, la fe y la confianza en mi mismo. ¡Hasta de mi nombre me despojaste para convertirlo en un apodo estrafalario y mezquino: Hilo Lacre!
Dije mis palabras, y otros las hicieron correr por suyas; hice algún bien, y otros recibieron el premio.
No pocas veces sufrí castigos por delitos ajenos.
Tuve amigos que me buscaron en sus días de hambre, y me desconocieron en sus horas de abundancia.
Cercáronme las gentes, como a un payaso, para que las hiciera reír con el relato de mis aventuras, ¡pero nunca enjugaron una sola de mis lágrimas!
Humanidad, yo te robé unas monedas, hice burla de ti, y mis vicios te escarnecieron. No me arrepiento, y al morir, quisiera tener fuerzas para escupirte en la faz todo mi desprecio.
Fuí Pito Pérez: ¡Una sombra que pasó sin comer, de cárcel en cárcel! Hilo Lacre: ¡Un dolor hecho alegría de campanas!
Fuí un borracho: ¡nadie! Una verdad en pie: ¡que locura! Y caminando en la otra acera, en frente de mí, paseó la Honestidad su decoro y la Cordura su prudencia. El pleito ha sido desigual, lo comprendo; pero del coraje de los humildes surgirá un día el terremoto, y entonces, no quedará piedra sobre piedra.
¡Humanidad, pronto cobraré lo que me debes!...
Libro: La vida inútil de Pito Pérez
Autor: José Rubén Romero